2002-10-29
Sociología del prestigio
Supongamos - es una hipótesis - que Colón descubrió América. ¿Tiene el mismo mérito Colón que cualquiera de sus marineros; por ejemplo el encargado de los caballos? Al fin y al cabo, la responsabilidad de Colón se pagaba con dinero y prestigio, mientras que sus marineros, a lo más que podían aspirar era a impresionar al del codo del al lado en el bar con batallitas del descubrimiento. Ya saben: Colón era un cabrón y un hijo de p**a, ninininininininininininí... y además era canadiense y le gustaban los indios.
Traspongamos la situación al tiempo presente y pensemos en el respetable caballero que me cuenta que no se puede ni comparar lo que sintió Galileo cuando descubrió que la Luna era un planeta con la emoción del adolescente que mirando por primera vez por un telescopio se encuentra con lo mismo. Otras neuronas pegando el mismo salto mortal frente a una distancia inasumible, soñando con el mismo paisaje remoto, sospechando quizá que sólo se trata de la imagen reflejada y distorsionada de nuestro propio mundo.
El respetable caballero, aunque se las da de científico, no es ahora más que un monaguillo de la sociología del prestigio, incapaz de recordar que él, en el fondo, está mucho más cerca del adolescente que un día fue que del Galileo de fantasía que cree que puede llegar a ser.
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posted by vendell 23:18
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Comentarios
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Lástima que digas siempre el pecado y no el pecador :-) Sintexto con texto. |
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Yo personalmente me emociono con un montón de cosas que descubro por primera, segunda o tercera vez. Me sale rápidamente un "¡Qué pasada!". Al mismo tiempo soy capaz de imaginarme a Galileo diciendo, aburrido, después de de comprobar unos cuantos datos, "Otro satélite de Jupite más para la lista" |
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Rvr, ya sé que dice lo del pecado en sentido figurado, pero me ha hecho pensar sobre el punto en el que una opinión llega a descalificar a quien la defiende. En mi caso y sobre este tema, el caballero queda muy lejos de ello.
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