Olvídense del video, cierren los ojos y escuchen atentamente. Abranlos, si tal. Los que tocan son Bill Evans (piano), Scott Lafaro (contrabajo) y Paul Motian (batería) en una de sus escasas grabaciones juntos (Lafaro murió poco después de hacer esto, tenía 25 años). Sentado ante el piano, Evans bajaba la barbilla hasta el pecho, y también cerraba los ojos tanteado el teclado con el gesto hermético de un ciego que trata de ordenar un montón de monedas. Pero lo que fluía por sus dedos era música como esta, de un lirismo sobrecogedor. A estas alturas ya debe faltar poco para que arranque la memorable excursión de contrabajo. No se pierdan el contenido impresionismo de los acordes que lo acompañan, o el delicado tejido rítmico de la batería, tan sutil que pone los pelos de punta. Sin embargo, lo mejor está por llegar, porque a medida que la línea de bajo llega a su fin el piano va a retomar la melodía.
Si algún día necesitan llorar, recuerden la emoción de ese trenzado.
É un pracer lerte e tamén escoitarte. Gracias aos meus dous sentidos podo disfrutarte. Do contrario tampouco podería escribir:-)
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